Un impactante caso que parece sacado de una película de Hollywood ha dejado perpleja a la opinión pública: Luzaida Cuevas, quien fue informada que su hija recién nacida había muerto en un incendio, descubrió seis años después que la pequeña en realidad había sido secuestrada.
El suceso ocurrió en diciembre de 1997, cuando un incendio en la casa de Luzaida y su pareja, Pedro Vera, dejó devastada a la familia.
Las autoridades les comunicaron que su hija, Delimar, de solo 10 días de nacida, había fallecido en el fuego, provocado aparentemente por un cortocircuito.
Sin embargo, Luzaida nunca creyó esa versión, ya que, al intentar rescatar a su bebé, encontró la cuna vacía y la ventana de la habitación abierta. Desde ese momento, estuvo convencida de que su hija había sido secuestrada.
A pesar de sus súplicas, las autoridades desestimaron las sospechas de Luzaida y Pedro, argumentando que el cuerpo de Delimar había quedado completamente calcinado. El padre, un inmigrante con recursos limitados y escaso dominio del inglés, tampoco logró que su versión fuera tomada en serio.
Seis años después, en enero de 2004, Luzaida asistió a una fiesta infantil donde reconoció a una niña con los mismos hoyuelos que su hija.
Decidió actuar de inmediato y, fingiendo que la niña tenía chicle en el cabello, tomó un mechón para realizar una prueba de ADN. Los resultados confirmaron lo que siempre había creído: la niña era Delimar Vera, su hija.
El caso dio un giro aún más perturbador cuando se descubrió que la secuestradora era Carolyn Correa, prima política de Pedro Vera, quien había orquestado el secuestro y provocado el incendio para encubrir sus huellas.
Correa crió a la niña como si fuera su hija, bajo el nombre de Aaliyah Hernández, manteniéndola a tan solo 25 minutos de distancia de su familia biológica.
Tras las pruebas de ADN, Carolyn Correa fue arrestada y condenada en 2005 a una pena de entre 9 y 30 años de prisión por secuestro, conspiración y obstrucción de la custodia infantil.
Durante su defensa, Correa alegó padecer una condición psicótica que la llevó a creer que el bebé era suyo, aunque nunca se aclaró completamente su motivación.
La transición de Delimar a su familia biológica no fue sencilla. Aunque se le permitió vivir con su madre, la barrera del idioma y las diferencias culturales hicieron difícil el proceso de adaptación.
Delimar, quien creció sin hablar español, enfrentó desafíos emocionales, particularmente durante su adolescencia, al tomar conciencia del impacto que tuvo el secuestro en su vida.
Pedro Vera, acusado falsamente por Correa de haber participado en el secuestro, fue absuelto de toda sospecha. No obstante, la relación entre padre e hija quedó marcada por la duda hasta que, años después, Delimar finalmente encontró paz al confirmar la inocencia de su padre mediante una prueba de polígrafo.
El caso de Delimar Vera ha generado gran interés mediático y ha sido objeto de documentales y películas. La historia ha reavivado la conversación sobre los errores judiciales y la importancia de escuchar a las víctimas y a sus familias.
Hoy, a sus 26 años, Delimar ha logrado reconstruir su relación con sus padres y ha decidido compartir su historia para ayudar a otras personas que puedan enfrentar situaciones similares.