Vigo, Galicia – España. Lo que parecía una jornada laboral común se transformó en una experiencia inesperada para Johnny Rivas, un ciudadano dominicano con más de una década residiendo en Vigo, al norte de España. La interrupción repentina del suministro eléctrico sorprendió a miles de personas en la región, dejando a Rivas atrapado en un ascensor durante más de dos horas, sin comunicación y sin saber cuánto tiempo duraría la emergencia.
El incidente ocurrió alrededor de las 12:35 del mediodía, cuando Rivas retornaba de una compra rápida: un aguacate y una botella de agua para el almuerzo. Al ingresar al ascensor del edificio donde trabaja, el servicio eléctrico se interrumpió de forma abrupta, dejándolo encerrado.
“Al principio pensé que era una avería común, pero después de escuchar voces en el pasillo hablando de un apagón generalizado, supe que esto no se resolvería pronto”, relató Rivas.
Con serenidad, y haciendo uso de su sentido práctico, decidió consumir el aguacate que acababa de adquirir, mientras esperaba ayuda. Poco a poco, fue consciente de que se trataba de una interrupción de gran magnitud, que no solo afectaba a Vigo, sino también a regiones cercanas de Portugal, según reportaban vecinos del edificio.
Una vez liberado, Rivas se dirigió a su hogar y tomó medidas inmediatas para adaptarse a la falta de energía. “Busqué linternas y salí a comprar carbón y velas. Me sentí como si estuviera en Santo Domingo, cuando los apagones eran frecuentes”, recordó.
Sin acceso a gas ni energía eléctrica, él y su familia improvisaron una cocina con carbón, recurso tradicional en su país de origen, y prepararon un locrio, platillo típico dominicano. “Fue como revivir tiempos pasados. Intenté comprar un tanque de gas, pero ya no quedaban en ninguna tienda”, añadió.
El apagón, considerado uno de los más extensos en la historia reciente de Europa, dejó sin servicio a numerosos municipios gallegos, afectando comunicaciones, sistemas bancarios y actividades comerciales. En cuestión de horas, la escasez en supermercados se hizo evidente, con góndolas vacías por la alta demanda de productos básicos.
Negocios, oficinas y viviendas quedaron desconectados, sin internet ni medios de pago electrónicos. La situación generó una atmósfera de incertidumbre y obligó a muchos a recurrir a métodos tradicionales para afrontar la jornada sin electricidad.
Las autoridades locales aún investigan las causas del apagón masivo, que impactó tanto a usuarios residenciales como a la actividad económica de Galicia y zonas del norte de Portugal. Mientras tanto, historias como la de Johnny Rivas ponen rostro humano a los efectos de una crisis energética inesperada.