Parque Nacional Cueva de las Maravillas

Parque Nacional Cueva de las Maravillas: Tesoros Tainos Bajo Tierra en República Dominicana

San Pedro de Macorís, República Dominicana – En la región oriental de la isla Hispaniola, dentro del territorio de la República Dominicana, se encuentra uno de los enclaves culturales y naturales más valiosos del Caribe: el Parque Nacional Cueva de las Maravillas, una reserva protegida que abarca una extensión de 4,5 kilómetros cuadrados y que resguarda en su interior un legado milenario de los pueblos originarios de la isla.

¿Qué es la Cueva de las Maravillas?

La Cueva de las Maravillas, situada a tan solo 25 metros de profundidad, es el corazón de este parque nacional. Esta cavidad natural de 800 metros de largo destaca por sus extraordinarias formaciones geológicas y por las más de 500 manifestaciones artísticas rupestres creadas por los taínos, los antiguos habitantes precolombinos de la región.

El lugar, originalmente conocido como Cueva Jagual, recibió su nombre actual en 1949, gracias al investigador Francisco Richiez Acevedo, quien, impresionado por la riqueza visual del sitio, decidió renombrarlo en alusión a las maravillas que alberga su interior.

Este espacio natural es famoso por resguardar una importante colección de arte rupestre taíno, compuesta por centenares de pictografías que documentan escenas rituales, incluyendo lo que se interpreta como un antiguo ritual funerario, evidenciado en el llamado Gran Panel. Estos restos arqueológicos lo convierten no solo en una atracción turística, sino también en un centro de estudio sobre la vida de los pueblos originarios del Caribe.

¿Dónde está ubicada?

El parque se encuentra en la provincia de San Pedro de Macorís, a lo largo de la carretera que conecta esta ciudad con La Romana, próximo a los ríos Soco y Cumayasa. La cueva se halla sobre una formación de roca caliza arrecifal, propia del área geográfica conocida como el Llano Costero Sur Oriental.

¿Cuál es su valor histórico y cultural?

El verdadero valor de la Cueva de las Maravillas reside en su patrimonio arqueológico. Dentro de sus muros se conservan 472 pictografías (dibujos en las paredes) y 10 petroglifos (grabados sobre roca), realizados en tonos oscuros como negro y rojo. Estas expresiones artísticas están distribuidas temáticamente: 144 de ellas son abstractas, 69 presentan agrupaciones de puntos, 135 representan rostros humanos, 18 muestran figuras animales, 41 son híbridas (humanas y animales), y 56 son geométricas, de las cuales algunas se combinan con formas humanas.

Uno de los atractivos más destacados del parque es el Gran Panel, una sección de la cueva donde se aprecia una pintura que representa un ritual funerario taíno, además de la Galería Pictográfica y el llamado Espejo de Agua, un estanque artificial que refleja la parte superior de la caverna, creando un efecto visual impresionante.

¿Cuándo se estableció como parque nacional?

La zona fue oficialmente designada como parque nacional el 22 de julio de 1997, adquiriendo así protección estatal bajo la categoría II de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), que clasifica este tipo de territorios como áreas naturales destinadas a la conservación de ecosistemas y actividades recreativas reguladas.

¿Por qué es importante preservar este sitio?

La Cueva de las Maravillas no solo constituye un sitio de excepcional belleza natural, sino también un espacio de alto valor educativo, cultural y turístico. Protege un testimonio visual del pensamiento simbólico y la cosmovisión de los taínos, un pueblo que desapareció tras la colonización, dejando como legado estas imágenes grabadas y pintadas en piedra. La preservación de este lugar permite a visitantes y estudiosos aproximarse al arte rupestre antillano en un entorno accesible y adecuadamente acondicionado para su conservación.

El sitio está registrado como patrimonio cultural, respaldado por instituciones como la UNESCO, que promueven su resguardo y difusión para las generaciones futuras. La Cueva de las Maravillas es, sin duda, un punto de encuentro entre la naturaleza y la historia, donde la contemplación y el conocimiento se unen en un entorno subterráneo que asombra a todo aquel que lo visita.

¿Qué ofrece al visitante?

Entre los elementos más destacados del recorrido se encuentra el Espejo de Agua, un lago artificial cuyo reflejo nítido de las formaciones del techo crea un efecto visual fascinante, proporcionando una experiencia inmersiva única.

La fauna también juega un papel esencial en este enclave, con la presencia de diversas especies de murciélagos, serpientes y arácnidos que habitan el interior de la cueva. A la salida, los visitantes pueden conocer el Iguanario, un extenso criadero que alberga más de 300 ejemplares de iguana rinoceronte (Cyclura cornuta), especie endémica y en peligro de extinción, que forma parte de los esfuerzos de conservación de la biodiversidad dominicana.

¿Cómo se puede visitar?

La cueva está abierta al público bajo ciertas normas para preservar su integridad histórica y natural. Las excursiones se realizan en grupos de hasta 20 personas, siempre guiados por expertos que brindan información detallada durante todo el recorrido. El costo de entrada es de RD$300 (US$10) por adulto y RD$100 (US$5) por niño.

Además, el sitio cuenta con infraestructura adaptada que incluye senderos de concreto, rampas, iluminación artificial y ascensores, lo que permite que personas de todas las edades y condiciones físicas puedan disfrutar del recorrido de forma cómoda y segura.

Normas de conservación

Dada la fragilidad del patrimonio arqueológico presente en la cueva, está terminantemente prohibido tomar fotografías o grabar videos, así como usar dispositivos de música, dejar basura o realizar marcas en las paredes. Asimismo, se solicita a los visitantes mantener un tono de voz moderado y utilizar vestimenta ligera y cómoda debido a las condiciones de humedad y calor características del lugar.

La Cueva de las Maravillas constituye no solo una atracción turística de relevancia nacional, sino también un testimonio viviente de la historia taína y un símbolo de la riqueza natural dominicana que invita a la reflexión y al respeto por la herencia cultural del Caribe.

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